"Buscando Escuela de Paracaidismo"
Tras la entrevista que mantuvo el capitán Salas con el Ministro del Aire González Gallarza y el Jefe del Estado Mayor del Aire Fernández Longoria, se dio el visto bueno para que una comisión formada por el teniente coronel Benavidez, e propio capitán Salas y el capitán Alario, visitasen distintas ubicaciones para futuras Escuelas de Paracaidismo. Sin pérdida de tiempo, dicha comisión empezó su recorrido por toda España, visitando los distintos aeródromos y acuartelamientos que el Ejército del Aire disponía diseminados por la geografía hispana.
Necesitaban una ubicación con unas características especiales, que tuvieran una buena visibilidad, que no estuvieran muy lejos de alguna Maestranza, y sobre todo, que fuera una zona en la cual los vientos no soplaran muy fuertes, ya que estamos hablando de una especialidad a la cual un viento fuerte hacía aumentar seriamente el riesgo de los saltadores. La comisión visitó la mayoría de las bases y aeródromos que estaban en la zona sur y alguna del Este de España, desechando las que ya estaban ocupadas por otras unidades, o que parte de sus instalaciones estaban a medio construir, incluso alguna, como fue el caso de Zaragoza. Fue desechada por el fuerte viento del Moncayo. La comisión se decidió al final por el Aeródromo de Alcantarilla, en Murcia, donde se estaba activando el Grupo de Escuela de Levante, esta situación y las excelentes condiciones climáticas, buena visibilidad y un viento aceptable, hicieron por fín a la comisión decidirse por el lugar idóneo para la ubicación de la futura Escuela.
La Base está situada geográficamente a 1º 12´ de longitud oeste y 37º 59´ latitud norte, su altitud sobre el nivel del mar es de 45 metros. Se encuentra situada a pie del ferrocarril y de la carretera Murcia-Granada. A dos kilómetros de la ciudad de Alcantarilla, y a diez kilómetros de la ciudad de Murcia. Zonas llanas de cultivo rodean al campo de aterrizaje y lanzamiento, tras los cuales discurre el río Sangonera, aunque sin agua la mayor parte del año, a seis kilómetros
Se encuentra el aeródromo de El Palmar, y cerca de allí, la Carretera General que va de Madrid a Cartagena.
(Base Aérea de Alcantarilla)
Todo el terreno es despejado, y únicamente unas colinas de escasas altura se encuentran en el sector noroeste, encontrándose la Sierra de Carrascoy en dirección sudeste, a unos diez kilómetros de la Escuela, las condiciones climáticas son excelente para la práctica del paracaidismo, y las temperaturas se encuentra entre unas máximas y mínimas aproximadamente de 23 y 10 grados respectivamente, son muy pocos los días que amanecen lluviosos o con nieblas. En la Base solo existían cuatro barracones que a duras penas se sostenían sobre armazones; habían sido construidos durante la Guerra Civil para la Aviación republicana, y a todas luces eran insuficientes para albergar proyecto de creación de una escuela. Las primeras necesidades eran la de construir una sala de plegados, y para ello se eligió uno de los barracones que servía como comedor de tropa, haciéndose dos mesas de gran longitud que sirvieron para empezar con las prácticas del plegado de paracaídas, trayéndose el material que disponía la Bandera de Alcalá, cuatro escaleras metálicas para saltar a la lona, tres lona de manteo, y tres colchonetas para la voltereta.
(Lona de manteo)
Con estos materiales y algunos más que se compró pagándose del bolsillo de los profesores, se instaló el campo de instrucción paracaidista en los terrenos que estaban detrás de las cocheras. Se montaron con tubos de hierro unos trapecios para los ejercicios de balanceo y enrollamientos, y se levantaron dos muros escalonados para practicar el salto. Unos días más tarde se montó también la torre de salto, con ángulos metálicos. La pista de aplicación era un
simple campo donde había estado pastando las vacas hasta hacía unos meses, el campo de deportes no existía como tal, y hubo que acondicionarlo todo desde el principio. Gracias a las ayudas de 400.000 pesetas, que iban a cargo del fondo de instrucción se fueron haciendo los primeros arreglos en la Escuela, sobre todo en las instalaciones. No fue hasta febrero de 1.948 cuando la Escuela contó con unos ingresos fijos a cargo del Fondo de Enseñanza.
(Prácticas de Salida)
El sueño se estaba empezando a hacer realidad, ya se tenía el sitio idóneo, sólo faltaba, que viniera el resto de la unidad a ocupar su nueva casa; material idóneo para el salto, y tiempo para poder trabajar, pues las ganas para ello no hacía falta expresarlas. Todos los componentes de la Bandera estaban deseando poder empezar a saltar, pero eso no fue óbice para que la 1ª Bandera de Paracaidistas desfilara el primero de abril en el Desfile de la Victoria delante del pueblo de Madrid y del mismísimo Generalísimo Francisco Franco.
Y lo hacen tan brillantemente que causan admiración, no sólo entre el público, sino que los medios de comunicación de la época, prensa, radio y medios extranjeros alabasen a nueva unidad que acababa de nacer, causando sensación en todos los ámbitos nacionales.
(La 1ª Bandera de Paracaidistas desfilando el primero de abril en el Desfile de la Victoria en Madrid)
La visita a Alcantarilla de la comisión se hizo el 24 de Julio de 1.947, y el 15 de agosto fue publicado en el Boletín Oficial del Aire (B.O.E.A. nº 97) su creación, como ya hemos visto. Los pilares de la nueva modalidad en la Aviación Española estaban sembrados.
El 22 de agosto de 1.947 (B.O.E.A. nº 99) se designaba al profesorado que debería dirigir la recién creada Escuela de Paracaidismo. Es nombrado como Director Jefe el capitán D. Ramón Salas Larrazábal, y los capitanes profesores D. Joaquín Echeverría Bengoa, D. Luis Villalain Linaje, D. Cesar Mosquera, y D. José Espinosa de los Monteros. Unos días más tarde, el 2 de septiembre, todo el personal destinado en la 1º Bandera desde hacía un año, y cuyo mando los ostentaba el capitán Javier Alario, acude a la recién estrenada Escuela de Paracaidismo al realizar el curso, y que sería el primero en esta especialidad que se realizaba en España. El 15 de septiembre, el capitán Salas Director Jefe de la Escuela, da la bienvenida a los 174 hombres que componen el primer curso. Empieza éste con los pobres medios a su disposición, a pesar del interés con que el Estado Mayor del Aire había querido acometer esta empresa.
Había sólo dos grandes cosas por entonces, la ilusión con que alumnos y profesores empezaban, y la gran incógnita de los primeros días. Se designa un viejo Junkers Ju-52 para la Escuela y poco después un Savoia 81, del Grupo de Escuelas de Levante, los dos únicos aviones con le contó la Escuela en sus orígenes; pero es necesario ponerles el cable estático de enganche, y apenas reúnen condiciones para el salto y otros varios habían sido preparados para los paracaidistas en la Maestranza Aérea de León e diciembre de 1,946, pero por considerar que eran necesarios en otros destinos no habían sido entregados hasta entonces.
Los alumnos no pueden realizar vuelos de adaptación, ya que los aviones vienen con los motores muy desgastados y había que reservarlos para el lanzamiento, incluso muchos soldados recibirán su “Bautismo del Aire” el día que suban para realizar el primer salto. Aún quedaba otro problema que solucionar, la herramienta fundamental de todo paracaidista: el paracaídas.
(Dispuestos para saltar)
Pese a los grandes deseos del Estado Mayor, los paracaídas se iban demorando en su llegada a la Escuela. Por todo ello, el capitán Salas consiguió del general Longoria, una Orden para que le fuera entregado los paracaídas que había en el I.N.T.A., diez paracaídas que estaban almacenados en sus talleres, pero que según los ingenieros del instituto, estaban inservibles para su utilización, pues tenían graves deficiencias tanto en la tela como en sus arneses. Dichos paracaídas dados de baja, estaban señalados con un lápiz de color rojo indicando sus defectos, con todo el capitán Salas se los llevó a la Escuela, siendo los primeros paracaídas que entraron por la puerta de ésta, y aún con lamentable estado lo utilizaron en los primeros saltos. Técnicamente, el servicio de plegados adoptó un sistema de anclaje para poder utilizar, además del paracaídas principal, uno de emergencia que iba colocado sobre el pecho.
El primer salto realizado en la recién creada Escuela de Paracaidismo de España, fue el 23 de enero de 1.948, con un día que amaneció gris nublado, y frio, con un ligero viento de SO racheado, alcanzando los 25 km por hora, una humedad del 63%, y 995 milibares de presión según el parte meteorológico del momento, lo cual podía llegar a ser peligroso. El entusiasmo por el primer salto salía a raudales por las bocas de todos los componentes de la Escuela, profesores y alumnos, era el primer salto de este cuerpo recién creado, no se podía fallar pues los ojos del Estado Mayor de Aire, y muchas esperanzas estaban puestas en este primer salto. El avión, un Junkers Ju-52., despegaba a las nueve de la mañana y se fue elevando hacia el cielo gris plomizo, no podía haber ningún fallo. Once oficiales iban en ese avión, once ilusiones puesta en el salto, desde tierra sus compañeros miraban al cielo, pronto verían al primer paracaidista abrirse. Como Jefe de salto va el capitán Salas que ya había realizado dos saltos en Argentina, abajo en la pista quedaron el teniente Villamil y el brigada Corral que tenía ocho saltos. A las nueves horas y quince minutos salta el primer oficial correspondiéndole el turno al capitán Echevarría, que entró en la historia de la Escuela y de Ejército del Aire, como primer paracaidista que saltaba desde que se creara la Escuela, y a la nueve horas y treinta minutos, los otros nueve oficiales, que saltaron, los capitanes Salas, Villalain, Mosquera, Pastor, Irigoyen, y Perez Ramos, y los tenientes Linares, Elboj, Maseda, Galache y Provencio. Tras llegar a tierra se suceden los abrazos y las felicitaciones, y el capitán Salas es llevado a hombros por sus hombres. El primer salto había sido un rotundo éxito. Hay una pausa mientras se plegaban los paracaídas usados en este primer salto, tras la avería sufrida por el viejo Junkers, el resto de oficiales que iban a saltar lo hicieron desde el incómodo Savoi-81 que aún son se había utilizado.
(Salto Histórico, 23 de Enero de 1.948)
Durante los siguientes días, se fueron sucediendo los saltos en paracaídas de los componentes del primer curso. Pero seguían los problemas, como no había suficientes paracaídas, se utilizaban los que se habían usados en la primera tanda de saltos. Una vez que se llegaba a tierra, se volvían a plegar urgentemente para que estuvieran preparados para el siguiente salto; para ello, la Escuela contaba con dos plegadores profesionales, un hombre y una mujer, a los cuales “el trabajo le salía por las orejas”, según palabras de uno de ellos. Con todo este esfuerzo realizado por todos los componentes de la Escuela, el día cinco de febrero, se llegó al récord de saltos, efectuándose 18 saltos ese día. Tras la visita que realizó el Sr. Ministro del Aire González Gallarza, se consiguió que fueran entregados a la Escuela, 100 paracaídas y un equipo de rayos X, pero el atalaje de estos paracaídas no permite la colocación del de seguridad en el pecho. Contra criterio de la casa Sanpere que lo considera innecesario, en la propia Escuela se modifican los atalajes.
Con este pequeño avance se consigue terminar el curso, el día 10 de abril, entregándose el título de “Cazador Paracaidista”, ante distintas autoridades militares. En representación del Ministro del Aire, acude el General Longoria, le acompañan los generales Más de Gaminde, Angulo y White de Santiago, además del Almirante Basterreche. Se entrega el título a 10 capitanes, 5 tenientes, 6 brigadas, 16 sargentos, 7 cabos 1ª, 26 cabos 2ª y 95 soldados. Durante este periodo de tiempo que duró el curso, la Escuela recibió además al Sr. Ministro del Aire, distintos coroneles de las bases adyacentes y la visita de los alumnos del Estado Mayor del Aire. El 20 de abril de 1.948 comienza el 2º curso de paracaidistas. Al cual se presenta 18 oficiales y 145 soldados. Entre estos, se encuentra el capitán Mariano Gómez Muñoz, que más adelante dirigiría la Primera Bandera de Paracaidistas del Ejército del Aire.
Tras este II curso todo empezó a ser más sencillo, se fueron superando las dificultades poco a poco, y los paracaidistas, siendo por ahora la única unidad de instrucción y combate de que dispone el Ejército del Aire, aunque reducido, ya que sus efectivos equivalían a los de un Batallón. Ya por entonces, se empezaban a dictar las primeras directrices de las distintas partes que debería tener el uniforme de salto. En el mes de mayo se formó una junta directiva, que acordó la utilización de un uniforme de dos partes que sustituyera al mono de salto, en su lugar serían sustituidas por dos piezas, pantalón y blusa de salto, una copia de equipo de salto que los paracaidistas alemanes utilizaron en la Guerra Mundial. También se sustituyó el casco de vuelo por una chichonera de salto, y se pidieron a la Maestranza un centenar de tobilleras de cuero, que resultaron de gran utilidad. Serían los alumnos del segundo curso, los que salieran al exterior para demostrar las cualidades de los paracaidistas, fue en San Javier, durante una demostración ante los alumnos de la Academia General del Aire, veinticuatro paracaidistas saltaron ese día.
Hasta el final del segundo curso, la Escuela y la Bandera Paracaidista eran una sola unidad, pero finalizado el segundo curso se decidió el desdoblamiento de ésta. El capitán Salas se quedaba en Alcantarilla al mando de la Escuela, junto a diez profesores y otros instructores, amén de varios profesionales que decidieron quedarse en la Escuela como personal de ella. Mientras la Bandera, como unidad del Ejército del Aire preparada para saltar desde aviones y en perfecto orden de combate, regresa a su acuartelamiento en Alcalá de Henares, al mando del capitán Alario Saubot. Los noticiarios NODO se hicieron eco de la creciente actividad de la Escuela, y filmaron su primer documental el 22 de enero de 1.949, los paracaidistas de aviación salían por fin en la “gran Pantalla”. En febrero recibían nuevamente la visita del Sr. Ministro del Aire, y se efectuó ante él un lanzamiento de 40 alumnos paracaidistas, recibiendo su felicitación. El día uno de abril se desarrolló el Desfile de la Victoria, participando la Escuela con dos Escuadras, recibiendo del Sr. Ministro del Aire una nueva felicitación por su gallardía y perfección.
Alcalá de Henares, el hogar de los Paracaidistas
El acuartelamiento de la 1ª Bandera de Paracaidistas estaba ubicado en Alcalá de Henares como ya sabemos, pero en esta unidad cervantina además estaba también el Aeródromo de Aviación, pero veamos las instalaciones:
Este Aeródromo fue creado en 1.913, como auxiliar del Aeródromo de Cuatro Vientos, y conocido en medios aeronáuticos con el nombre de “Barberan y Collar”. Está cerca de la vía del ferrocarril, y se utilizaba prácticamente para la enseñanza del vuelo elemental. Durante algunas etapas de la vida este Aeródromo, permaneció cerrado al tráfico aéreo, no siendo utilizado. En el año 1.932, la Escuela de Vuelo Elemental se convirtió en la Escuela de Vuelo y Combate, siguiendo aquí hasta 1.936; cuando la Escuela fue trasladada a otro emplazamiento debido a la proximidad del frente de combate de Madrid. Durante la Guerra Civil fue un Aeródromo de la Aviación Republicana, terminada la contienda fue ocupado por distintas unidades aéreas, así nos encontramos a lo largo de varios años al Regimiento Mixto nº 1, que estuvo desde 1.940 hasta 1.951, al Primer Regimiento de Transportes, desde 1.951 hasta 1.955, y al 28º Regimiento de Reconocimiento, que estuvo desde 1.955 hasta el año de su disolución, que fue en 1.961. Albergó también a la Jefatura de Aviación de Transporte, con las 402 y 991 Escuadrillas. La torre de control que posee este aeródromo de Barberan y Collar, en homenaje a los héroes del vuelo de “Jesús del Gran Poder”. En la Plaza de armas, formada en sus instalaciones y edificios, se celebran todos los actos castrenses tales como juras de banderas, fiestas de la Patrona de Aviación, desfiles, etc., propias de su entidad, en la que siempre participaba la Primera Bandera Paracaidista.
(Acuartelamiento de Alcalá de Henares)
El acuartelamiento de la Primera Bandera Paracaidista está aproximadamente a un kilometro de aeródromo antes citado. El conjunto de edificios que alberga a los paracaidistas tiene forma de “U”, con una plaza de armas en el centro, dicha plaza de armas fue construida por los propios paracaidistas, y en su centro se encontraba el mástil donde se izada y arriada la Enseña Nacional todos los días, y donde se celebraban los actos y ceremonias propias de la Unidad. Originalmente, el conjunto de edificios que alberga a la Bandera estaban siendo construidos para ser ocupados por los alumnos de la Academia General del Aire, cuando se pensaba construir aquí su sede, antes de ser trasladados definitivamente a San Javier, Murcia.
(Plaza de Armas)
Estos edificios están construidos de hormigón con soportales, y que los paracaidistas adornaron con macetas y jardineras para darle un aspecto más acogedor. En el edificio de la derecha y en su planta baja, tiene su sede la Jefatura y las oficinas, además también se encuentran es esta parte del edificio el almacén de masita, la armería y el cuerpo de guardia de la unidad, enfermería y el Hogar del Paracaidista. Y en la parte alta, los dormitorios de la Bandera con capacidad para cuatro Escuadrillas, cada una con su respectiva furrielería, habitación de oficial y habitación del sargento de semana, todos ellos con sus correspondiente aseo.
En el edificio de la izquierda del acuartelamiento, se encuentra ubicada la sala de plegados con su torre de secado, que es la parte más alta del conjunto del edificio. Las duchas, talleres, cocina y comedor de tropa están en la parte baja del edificio. En la primera planta de este edificio se encuentra la Escuadrilla de Servicios de la Bandera.
(Cuartel de la Primera Bandera de Paracaidistas del Ejército del Aire, Alcalá de Henares)
Saliendo del acuartelamiento de la Bandera, y subiendo por un camino en dirección al aeródromo, nos encontramos con un hangar. Este edificio se encuentra aproximadamente entre el aeródromo y el acuartelamiento de la Bandera, dicho hangar no se sabe para qué iba a ser utilizado, y se encuentra a medio terminar, lo único construido son los pilares y el techo, careciendo de paredes. Este hangar lo utilizaban los paracaidistas para practicar la instrucción de orden cerrado cuando las condiciones meteorológicas eran adversas, clases de teóricas, etc. Saliendo del acuartelamiento, se subía en dirección al aeródromo, cuando se iba a saltar había que hacer la subida por el camino llevando todo el equipo, paracaídas de espalda y de pecho, mochila de combate y armamento, unos 50 kg. En total. Pero a veces los aviones que debían efectuar lanzamiento no podían realizarlo por diversos motivos, ya que estos aviones pertenecían al Ala 35 de Transporte de Getafe. Si el avión o los aviones se retrasaban, los paracaidistas sabían que ese día no había salto, también podía ser que las condiciones meteorológicas fueran adversas, motivo por el cual tampoco se saltaba. En este caso se recogía otra vez el equipo, y por el camino de arena se bajaba al acuartelamiento de la Bandera, y para hacer más llevadera la bajada y no desanimarse por no saltar, los paracaidistas cantaban sus canciones. A esos días estos hombres los denominabas “ el día del salto moral”
(hangar)